(no es exactamente el mismo contenido – nos gusta complementar -. puedes ver el vídeo / escuchar el episodio en…
en el trabajo, como en la vida, los límites son termostatos: regulan el calor, mantienen el equilibrio y evitan tanto la asfixia como el enfriamiento emocional.
y es que cuando no se definen, los equipos se “invaden”, tensión se incrementa, y los proyectos se disuelven.
un límite sano no es muro, es una frontera permeable: protege, conecta y permite intercambios valiosos.
permeable… si no se exceden. si se respetan.
la clave está en definir bien el contorno. en ser abiertos y transparentes en su definición para evitar malentendidos (¿recuerdas el episodio 6, ¿sueñan las organizaciones con conexiones profundas? pues eso).
respirar sin invadir: los límites entre compañerxs
límites sanos entre compañerxs no significan distancia, sino oxígeno. cuando se pacta cómo, cuándo y por qué nos comunicamos, surge una cultura más clara, menos reactiva.
la empatía se vuelve práctica: respeto por el foco ajeno, pausas sin culpa, disponibilidad consciente (recuerdas el episodio 7, ¿sueñan las organizaciones con vulnerabilidad compartida?).
en la novela gráfica daytripper (fábio moon, gabriel bá, 2010, ed. vértigo – planeta, ecc), cada capítulo narra una posible muerte del protagonista en distintos momentos de su vida. pero en realidad, el relato va de lo contrario: de cómo los momentos más íntimos y “menores” —una conversación incómoda, una decisión en apariencia banal— definen la forma en que vivimos, amamos… y trabajamos.

daytripper
porque lo mismo pasa en las organizaciones cuando se cruzan límites personales sin darse cuenta, cuando se cree que por estar disponibles todo el tiempo se es más profesional. cuando se toleran tareas sin sentido… que nos hacen respirar cada vez peor.
estas pequeñas acciones “tolerantes” minan tanto al profesional/persona, como al buen hacer del líder (recuerdas el episodio 4, ¿sueñan las organizaciones con liderazgos valientes?) y, por ende, al propósito del equipo, y de la organización (recuerdas el episodio 2, ¿sueñan las organizaciones con propósitos auténticos?). son “pequeñas muertes” que desequilibran el ecosistema.
un límite sano es eso: una frontera que protege la vida. una manera de decir “esto sí” y también “esto no”. sin culpa. sin dramas.
fronteras externas: los acuerdos que salvan relaciones
la banda japonesa toe lleva casi dos décadas tocando juntos sin firmar con grandes sellos ni ceder al ritmo de la industria. publican cuando lo sienten, ensayan cuando pueden, y son conocidos por rechazar giras largas que los alejen de sus familias. ¿el resultado? una carrera coherente y relaciones que resisten el tiempo.
japanese post-rock group TOE hit MAO Livehouse (thatsmags, 2014)
así que sí: también hay límites fuera: hacia clientes, proveedores, aliados. familia. las organizaciones que sueñan con vínculos sostenibles lo hacen desde el marco, no desde la concesión infinita. se establece un contrato emocional y operativo.
límites emocionales: los invisibles que sostienen
es fácil adivinar que cualquier límite viene motivado por una protección emocional, no únicamente productiva. por ejemplo: axa españa incluyó en su convenio colectivo (art.14) un derecho al descanso digital que establece claramente que, “salvo causa de fuerza mayor o circunstancias excepcionales”, los empleados no están obligados a responder correos o llamadas fuera de su horario laboral (elderecho.com, 2018). gracias a esa medida, los empleados relatan sentir un descanso real, más energía al día siguiente, menor estrés y una sensación compartida de respeto mutuo entre compañeros. ya no hay prisas ni buzón eterno; en su lugar, hay un espacio de empatía, donde el cuidado emocional no solo se habla, se vive.
no obstante, podemos definir límites emocionales más profundos: lo que se calla, lo que se exige sin nombrar, lo que se entrega por miedo a perder pertenencia…
en la película noruega blind (íd., eskil vogt, 2014), una mujer pierde la vista y, con ella, el control de su entorno. lo que sigue no es una historia de superación, sino una introspección sobre los límites entre lo real y lo imaginado, entre el deseo y el miedo…
blind – trailer
en muchos equipos, ese territorio se vive a diario: lo que no se ve pesa, y lo que no se pone en palabras termina actuando desde las sombras.
y es que los límites emocionales no son fríos, ni distantes: son contenedores de confianza. en su ausencia, aparecen las confusiones, las dobles intenciones, los silencios incómodos. cuando están, el trabajo se vuelve más libre.
entonces… ¿sueñan las organizaciones con límites sanos?
soñar con límites no suena muy romántico… hasta que uno los necesita. hasta que el cuerpo pide pausa, la cabeza pide foco, y el equipo pide respeto.
el límite no es un freno: es una declaración de deseo. y si ese límite se cruza —porque alguien se impone, o porque nos callamos demasiado— lo que sigue suele ser incómodo: el conflicto.
pero aquí entra otra capa del sueño organizacional, porque con los límites bien puestos y las emociones respirando… lo incómodo no se evita, sino que se transforma.
¿te resuena? pues complementa con el vodcast, ¡y no te pierdas el EPISODIO 9!:
¿sueñan las organizaciones con…
… conflictos fértiles? ↗
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